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¿Qué pensaba Diana a 50 millas de la costa?

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No existen adjetivos para alabar adecuadamente lo que Diana Nyad ha logrado el lunes pasado, nadando desde Cuba hasta las costas de Miami. El lograrlo a los 64 años no hace más que agregar un carácter mitológico a lo que ya era descomunal.

Entre las muchas cosas sorprendentes que rodean su aventura, la que más me asombra es su capacidad de superar la fatiga. Ni médicos, ni sicólogos, ni especialistas en fisiologí­a del deporte pueden explicar completamente cómo ella resistió nadando en tan severas condiciones por más de 53 horas. Ni su exquisita técnica de natación, ni su experiencia, ni su riguroso entrenamiento, ni el uso de tecnologí­a explican su capacidad de vencer su fatiga y seguir adelante.

Es sabido que la fatiga extrema produce alucinaciones o el extraví­o de los sentidos. Visto de otro modo, permite tomar contacto con dimensiones que de otra manera no conocerí­amos. Hay una cierta realidad, casi un cierto placer o sentimiento de poder, que sólo el muy fatigado conoce. Todas las experiencias de sobrevivencia están de hechas de esa brumosa atmósfera, donde el fatigado visita y se sorprende con dimensiones de sí­ mismo que no conocí­a.

¿Qué pensó Diana en medio de la travesí­a, cuando aún estaba a unos 50 millas de la costa de Florida. ¿Cómo logró mantener el equilibrio en el agua? ¿Cómo hizo para no rendirse a las alucinaciones del miedo?

Simplemente, admirable.

Foto: AP

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