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Sandoval y Gillespie, amigos de una vida

Arturo & Dizzy

Pocas experiencias se comparan al privilegio de visitar a una persona amiga y hojear su álbum de fotos, esa colección de momentos congelados en el tiempo que resumen una vida.

Fotos: Javier Solís: Mucho más que sombras

Eso es exactamente lo que ha logrado el trompetista cubano Arturo Sandoval con su libro Dizzy Gillespie: The Man Who Changed My Life (GIA Publications) . Compilado por la esposa de Sandoval, Marianela, con el músico Robert Simon - y con una introducción a cargo del legendario productor Quincy Jones - este suntuoso libro de unas 250 páginas narra con un poco de texto y muchas imágenes la amistad que unió para siempre a Sandoval con el maestro Dizzy Gillespie.

Más allá de la extraordinaria música que crearon juntos - fusionando el jazz con ritmos afrocubanos, así­ como Gillespie ya lo habí­a hecho en la década del 40 con el conguero Chano Pozo –Sandoval y Gillespie mantuvieron una relación parecida a la de un hijo que encuentra a su padre después de años de buscarlo–. Y fue gracias a Gillespie que Sandoval logró emigrar a los Estados Unidos, donde su carrera alcanzó su máximo potencial.

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En 1947, Gillespie, Chano Pozo y el arreglista Gil Fuller crearon el género del jazz latino con la composición Manteca, que desde entonces no ha perdido ni un ápice de su contagiosa electricidad. Y en la década del 70, Sandoval participó en el grupo cubano Irakere junto al tecladista Chucho Valdés y el saxofonista Paquito D'Rivera, fusionando folklore cubano con jazz y rock. Los dos fueron pioneros de sus respectivas generaciones, lo que explica que se llevaran de maravillas desde el momento en que se encontraron.

Dizzy-Sandoval

Esto ocurrió por primera vez en 1977, cuando Gillespie desembarcó en La Habana y se encontró con un joven admirador - Arturo - que lo esperaba en el puerto y se ofreció de chofer durante el dí­a, sin que Gillespie supiera que esa misma noche se encontrarí­an sobre el escenario donde tocaba Irakere. Narrativamente, ésta es la mejor parte del libro. Los detalles de este primer encuentro son conmovedores.

Afortunadamente, la amistad entre los dos fue documentada extensamente con fotos en color y blanco y negro. Ya sea en las salas de ensayo, de gira por todo el mundo, o visitando a la hermana de Chano Pozo en Cuba, las fotos ilustran la camaraderí­a y el sentido del humor que unió a estos dos gigantes de la música. Secciones dedicadas a la juventud de Dizzy, su asociación con Pozo y la carrera solista de Sandoval enriquecen un libro indispensable para los amantes del Latin jazz.


Foto: Ernesto Lechner

 

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