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Un sonido bestial: Richie Ray y Bobby Cruz

Un fenómeno que me apasiona de la música afrocaribeña es la existencia de una misma generación de músicos que comenzaron su carrera como jovencitos durante los años 60, alcanzaron su plenitud creativa en los 70 y  pasaron las siguientes décadas cocinando variaciones de esos mismos cimientos musicales. Lo increí­ble es que cada uno de esos artistas transitó ese camino de una manera única e inconfundible.

En el caso del tecladista Richie Ray y el bajista/cantante Bobby Cruz, juntos forjaron un sonido que se apoya en las pautas de la salsa, sin sacrificar un ápice de originalidad. Aquí­ tenemos, por ejemplo, un maravilloso tema de 1966, proveniente del LP Se soltó/On The Loose, uno de los primeros discos del dúo.

Ricardo Ray nació en Nueva York de padres puertorriqueños.  Bobby Cruz nació en Puerto Rico, pero su familia se mudó a Nueva York cuando era todaví­a un niño.  Las inquietudes musicales de ambos iban más allá del género tropical, y abarcaban el jazz y la música clásica.

Allá por 1967, Ray y Cruz conocieron uno de sus éxitos más grandes al adoptar las modas del momento: ritmos burbujeantes y danzas frí­volas pero deliciosas como el boogaloo y el shingaling.  Décadas más tarde, “Richie’s Jala Jala” derrocha frescura y ganas de bailar.

Ya en los 70, el dúo se acopló perfectamente a la explosión salsosa de Nueva York. Inclusive actuaron junto a la Fania All-Stars en el Yankee Stadium, e interpretaron el clásico “Hermandad Fania”.

Pero el éxito comercial los dejó insatisfechos. En 1974, Ray y Cruz sorprendieron a sus seguidores al anunciar que se habí­an convertido al cristianismo. De ahí­ en más incursionaron en la salsa cristiana, pero sin perder el swing, como le demostró uno de sus LPs más famosos: Reconstrucción, de 1976.

Se separaron en la década del 90, pero eventualmente volvieron a grabar y organizar giras juntos. Tuve la fortuna de verlos en vivo en el 2003, y me asombró la explosividad de su repertorio. Y los solos de Ray en el piano, claro, con referencias a Bach y Noro Morales. 

La aceptación de su música por parte del público y la crí­tica demuestra que en la música latina, siempre hay espacio para una visión nueva.

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