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Transiciones

Hoy vuela mi hermana Susana a Miami. Me la imagino en el avión o atravesando el aeropuerto, decidida, tranquila, eficiente. Ha llegado a ayudar a mudar a mamá a casa de nuestra hermana menor. Es un paso que si bien algún dí­a sabí­amos que llegarí­a, no deja de sentirse.

El Bohí­o de Cuba
El Bohí­o de Cuba. - Cortesí­a de Virginia Cueto.



A partir de esta semana, ya mi madre no tendrá su propia casa, sino que compartirá el hogar de su hija menor. A sus 81 años, ya no le es fácil subir y bajar las escaleras de su townhouse. De hecho se ha caí­do varias veces. Hace varios meses descubrimos que estaba durmiendo en el sofá de la sala, con tal de no tener que subir a su dormitorio. Por cierto, y a consecuencia, también se le agudizó el dolor de espalda. Ya no se para tan derecha como antes. A veces la miro y es como si su centro siguiera hecho de acero, pero el resto de su ser se tornara cada vez más frágil.

Para acomodar las necesidades de ambas, mi hermana Patricia ha decidido vender su casa y comprar otra, amplia, de un solo piso. Se pondrá a la venta también el townhouse de mi mamá. Mami está de acuerdo en que es la mejor opción. Pero aun así­, inesperadamente llora. Después se repone. "En fin, no voy a estar peor que cuando salí­ de Cuba", nos dice. Y se pone a la tarea de empacar, ordenar y deshacerse de mil cosas.

Es la misma voluntad de hierro que le permitió montarse en un avión, a los 34 años y con tres hijas pequeñas, rumbo al norte para reunirse con un marido que no veí­a hací­a cuatro años, pues fue lo que se demoró el gobierno de Cuba en darnos el permiso de salida después de que emigrara mi padre; la misma voluntad férrea con que nos inculcó el amor a Dios, a la literatura, a la guaracha, al orden y a la verdad, en medio no de palmeras y sinsontes, sino de rascacielos y nieves neoyorquinas.

Nuestro núcleo familiar siempre incluyó al menos a una de mis abuelas. Al final, ya en Estados Unidos, viví­an las dos con la familia; siempre me pareció muy natural, e inconcebible que fuera de otro modo. Ahora le toca a mamá.

Mi mente viaja hacia el futuro, al momento en que me pueda ver en la misma situación, y se me encoje el corazón. Soy demasiado independiente, demasiado fuerte, igual que mamá, igual que mi abuela, igual que mis hermanas. Por ahora.

¿ Has planificado para tu futuro? Cuéntanos.

Puedes encontrar ideas y recursos aquí­ para planificar tu futuro o si debes asumir el cuidado de algún familiar mayor:
Centro de Recursos: Cuidando a los nuestros
Decidir.Crear.Compartir. Un programa de AARP para ayudar a las mujeres a hacerse cargo de su futuro.

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