Calma frente al Ébola

Hoy quiero compartir con ustedes un blog personal. No sé si es por la edad que tengo, pero últimamente me encuentro haciendo un esfuerzo muy consciente por permanecer en calma frente a situaciones que me incomodan o preocupan mucho. Incluso, me hallo repitiéndole a las personas que buscan mis consejos que "poniéndose uno histérico no se va a resolver nada". Es mejor mantener la calma para poder pensar más lógica, práctica y estratégicamente. 

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Pero también les confieso ando ansiosa con todas las noticias que estoy viendo acerca de la epidemia del Ébola. Periodista al fin, soy de esas personas que no se despegan de escuchar, ver o leer la información que nos llega de diferentes medios de comunicación. Y la noticia de la propagación del Ébola (en inglés) por el mundo entero y de cómo ha viajado por avión me tiene entre los extremos del fatalismo y el “todo va a mejorar”.

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Por un lado, reconozco mi nerviosismo ante la facilidad con que hoy en día las epidemias cruzan fronteras (en inglés), porque las oportunidades de transporte son muchísimas, nos la pasamos de un lado a otro y el contacto humano es difícil de predecir. Sin embargo, por otro lado me encuentro repitiéndome también ¿cuáles son las posibilidades verdaderas de que el Ébola llegue tan cerca de mí y se convierta en un riesgo para mi familia, que es lo que más quiero? ¿Cuáles son los riesgos para mi comunidad? Yo hoy quiero ser optimista y pensar que son pocas o nulas.

Pero, entonces, ¿qué podemos hacer? Los medios de comunicación nos tienen sobresaturados con sus reportajes sobre contagios, víctimas, tratamientos, estadísticas y muertes que a cualquiera le provocan pesadillas. Me pongo a pensar en el contagio de la enfermera en Dallas, Nina Pham, en el ejercicio de su trabajo. Considero en lo que pasaría si más profesionales de la salud se enferman de esta manera. Yo, que soy voluntaria de un banco de sangre, lamentablemente me tendría que retirar de esta labor que tanto amo, por la seguridad de mis hijos pequeños, para no llevar ninguna epidemia a mi casa.

Eso me tiene triste y preocupada.

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Pero es en momentos como estos que más debo —debemos todos— reforzar nuestra capacidad de mantener una perspectiva positiva. Quizás con actividades que nutran nuestro bienestar; mediante el ejercicio, la meditación, cuidando nuestra dieta, yendo a la Iglesia, afianzando los lazos familiares que nos unen y son nuestra red de apoyo, podamos mantenernos lógicos, prácticos y estratégicos. Imponiéndonos un límite sano a la cantidad de noticias negativas que recibimos cada día. Siendo prácticos y buscando información sobre el Ébola, educándonos sobre la naturaleza del virus y su forma de contagio, para despejar mitos sobre su propagación.

Ya veremos en qué termina esta epidemia, el tiempo dirá. Pero por favor, no perdamos la calma, que nada positivo nos puede traer aumentar nuestros niveles de preocupación. Confío en que continuaremos con salud.

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