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¿Son adecuados para ti los nuevos números para alcanzar una presión arterial optima?

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In English | Para los adultos mayores con presión arterial alta, los expertos llevan más de un año debatiendo acerca de cuánto debe bajar la lectura óptima de la presión arterial.

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¿Deberían los pacientes de 50 años o más aspirar a un nivel de presión sistólica (el número más alto de la lectura) de 140 a 150, como lo recomendó un panel de expertos en el 2013? ¿O tomar más medicamentos para reducirla de manera agresiva a 120, tal como lo instó un importante estudio federal en septiembre?

Ese anuncio en septiembre incluyó la sorprendente noticia de que los beneficios de una lectura de 120 eran tan importantes, que los NIH ( Institutos Nacionales de Salud) habían frenado el estudio prematuramente. Por desgracia, los investigadores no suministraron los datos que detallaban esos beneficios —hasta esta semana—.

Los hallazgos fueron presentados el 9 de noviembre en una reunión científica anual de la American Heart Association ( Asociación Estadounidense del Corazón) en Orlando y publicados en el New England Journal of Medicine.

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Los resultados del estudio denominado Sprint fueron dramáticos. De los dos grupos de personas —uno con una meta de presión arterial de 120 o menor, el otro con una meta de 140 o menor— el grupo con la meta de 120 tuvo un menor riesgo de muerte por enfermedad cardíaca (un 43%), un menor riesgo de sufrir insuficiencia cardíaca (un 38%) y un menor riesgo de muerte por cualquier causa (un 27%) en comparación con el grupo con la meta de 140. Además, estos beneficios se observaron en todos los grupos de edades, incluidos las personas de 75 años o más.

¿Significa esto que los adultos mayores con hipertensión deben reducir su meta de presión arterial? Los expertos advierten que hay algunas salvedades a tener en cuenta. Estas son tres cosas que debes saber acerca de los nuevos resultados de los ensayos sobre la presión arterial:

No todas las personas de 50 años o más con presión arterial alta tienen que bajarla a 120. Los sujetos del estudio eran de alto riesgo. Tenían presión arterial alta (lecturas sistólica entre 130 y 180), además de evidencia de enfermedad cardíaca o enfermedad renal crónica o tenían 75 años o más. El estudio también excluyó a personas con diabetes o con un derrame cerebral previo.

Eso significa que solo 1 de cada 6 personas que ya recibían tratamiento para la presión arterial alta habrían calificado para el estudio, lo que lo hace menos relevante para 5 de cada 6 pacientes, escribió el cardiólogo y profesor de Medicina de Yale Harlan Krumholz en el New York Times.

Además, aunque el 70% de los adultos con diabetes tipo 2 también tienen presión arterial alta, hay poca evidencia de que la reducción intensa de la presión arterial sistólica a 120 produce más beneficios que mantener una lectura más moderada de 140. Un estudio federal del 2010 encontró poca diferencia en el índice de ataques cardíacos fatales o no fatales entre los que redujeron su presión arterial a 120 en comparación con aquellos cuya meta era 140. Sin embargo, la reducción a 120 sí redujo el riesgo de un derrame cerebral.

Los beneficios potenciales deben sopesarse frente a los riesgos. El grupo con la meta de 120 sí tuvo menos muertes —155 en comparación con 210 en el grupo de 140— pero también tuvo efectos secundarios más graves, según informaron los investigadores de Sprint. Se produjeron casos de presión arterial demasiado baja, desmayos y enfermedad renal con mayor frecuencia en el grupo con presión arterial más baja, aunque el grupo con el objetivo de 140 tuvo más caídas a causa de mareos.

Pero el Dr. Jackson T. Wright Jr., un experto en presión arterial en Case Western Reserve University y uno de los investigadores del estudio Sprint, señaló que solo hubo un índice del 1 al 2% mayor de efectos secundarios graves en el grupo de 120. Para los pacientes de alto riesgo “un riesgo de muerte del 27% menor supera los efectos secundarios”, dijo en una entrevista.

Más importante aún, las personas de 75 años o más toleraron el nivel más bajo de presión arterial tan bien como lo hicieron los menores de 75 años. “Está claro que no hubo ninguna indicación de que las personas mayores de 75 años tuvieran más probabilidad de sufrir efectos adversos [secundarios] en comparación con los menores de 75 años”, dijo Wright.

Sin embargo, en este debate falta el hecho de si reducir la presión arterial de manera agresiva con más medicamentos afecta a la demencia. Esos datos, dijo Wright, no estarán disponibles por otros seis meses más o menos.

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Todo se reduce a lo que es mejor para ti. Cuando se trata de decidir si la meta debe ser 140 o 120, “una medida que sirva para todos no es práctica”, advierte el Dr. George Thomas, director del Centro de Trastornos de la Presión Arterial en Cleveland Clinic.

Él está a favor de que los pacientes hablen con su médico sobre los beneficios y riesgos de un enfoque agresivo frente a un enfoque no tan agresivo para bajar la presión arterial, “y de individualizar la atención según el caso”. Tanto los médicos como los pacientes deben tener en cuenta no solo los efectos secundarios adversos reportados en el estudio, sino también “la calidad de vida y la tolerabilidad de los medicamentos” al tomar decisiones sobre la intensificación del tratamiento, dijo.

El cardiólogo y exdecano de la Facultad de Medicina de Boston University, Aram Chobanian, también señaló en un comentario respecto al estudio Sprint que una meta de 120 puede ser poco práctica para muchas personas. Un promedio de tres medicamentos diferentes fue necesario para llegar a ese nivel en el estudio, “y en algunos casos la meta de 120 no se alcanzó”, escribió.

En cambio, Chobanian favoreció un punto medio entre los niveles de metas de los dos grupos: “En mi opinión, los resultados de Sprint justifican reducir la meta del tratamiento para la presión arterial sistólica a menos de 130 en la mayoría de las personas con hipertensión que son mayores de 50 años y no tienen diabetes o antecedentes de derrame cerebral”.

 

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Foto: annebaek/iStock

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