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Las montañas y los granos de arena de las citas amorosas
By Gabriela Zabalua, November 8, 2011 12:53 PM
¿Se atraen verdaderamente los polos opuestos?
Esta era la pregunta sobre la que Segunda y yo reflexionamos mientras considerábamos volver a aceptar citas con pretendientes. Había un participante -llamémoslo el alemán "Sr. Pulcritud"- al que todavía debía llamar para arreglar una segunda cita. ¿Por qué la indecisión? Definitivamente se destacaba como un perfecto caballero y su recio parecido con Bruce Willis era, sin dudas, un gran atractivo. Además, como triatleta, encaraba la vida con la misma actitud aventurera a la que, tanto Segunda como yo, seguíamos aspirando en nuestra segunda juventud.
Mientras tomaba firmemente el teléfono, debatiendo todavía si debía llamarlo o no, me di cuenta del motivo de mi indecisión: salir con el Sr. Pulcritud significaba salir de mi "cascarón". Soy una chica de ciudad; él es un muchacho de pueblo. Tengo una caniche a la que trato como si fuera mi segunda hija; él no tiene perros y es padre de tres muchachos. Generalmente, para mí, una buena cita implica tacos aguja, una galería de arte, ir al cine o de compras; él prefiere una caminata seguida de un chapuzón, seguido de alguna otra cosa que exija sudar más.
¿Debería empezar a comer barras de granola o escalar montañas para que podamos tener algo en común? ¿Estaba haciendo una montaña de un grano de arena?
Con cada tecla que pulsaba en el teléfono me preguntaba: "¿Vivir mi segunda juventud no se trataba de asumir nuevos desafíos y tomar más riesgos? ¿No debería dejar de lado mis tacos, calzarme botas para caminatas y salir de mi 'cascarón'?"
Su teléfono comenzó a llamar. Manténgase atento para ver si contestó.
-Gaby