In English | Hace un par de años, a medida que la pandemia de COVID-19 arrasaba con la economía de EE.UU., el Congreso tomó un paso importante para ayudar a los adultos mayores de bajos ingresos: les otorgó el derecho a un incentivo laboral conocido como el crédito tributario por ingreso del trabajo (EITC).
Por primera vez, los trabajadores de bajos ingresos mayores de 65 años (así como los menores de 25 años) sin hijos dependientes podían aprovechar esta importante exención de impuestos. En algunos hogares, vale varios miles de dólares al año.
Pero esta asistencia fue breve, y las barreras de edad se han erigido de nuevo. Una vez más, el EITC está total o completamente fuera del alcance de los trabajadores mayores y más jóvenes de bajos ingresos sin hijos dependientes. Esto significa que una persona de 65 años cuyos ingresos son exactamente los mismos que los de una persona de 64 años podría recibir una factura impositiva sustancialmente más alta.
Esto es un error. No solo representa una flagrante forma de discriminación por edad e inequidad, sino que es una herida autoinfligida en la economía. Las políticas gubernamentales deben fomentar el trabajo, no eliminar los incentivos para las personas emprendedoras que menos tienen.
Permíteme proporcionar un poco de historia. El EITC se promulgó por primera vez en 1975 como un beneficio impositivo modesto para las familias que trabajan con hijos. Los contribuyentes que reúnen los requisitos pueden reducir su obligación tributaria según la cantidad del crédito EITC (que varía en función de los ingresos y la composición familiar). Inicialmente, el crédito estaba limitado a $400, pero ha cambiado con el paso de los años para seguir el ritmo de los tiempos. Además, el EITC es reembolsable, lo que significa que si el crédito excede lo que el contribuyente debe, el Gobierno le envía un cheque por la diferencia.
La estrategia ha recibido la aceptación de todos los partidos, y se reconoce que es un arma potente contra la pobreza y un incentivo sensato para fomentar el trabajo.
El Congreso eliminó temporalmente la restricción de edad en un paquete de ayuda por la COVID conocido como el Plan de Rescate de Estados Unidos. Pero esa política caducó a finales del 2021. Como resultado, más de 2 millones de trabajadores de 65 años o más perdieron su derecho a recibir el crédito tributario. Este ha sido un sacrificio costoso para los trabajadores de bajos ingresos en todo Estados Unidos, incluidos unos 204,000 trabajadores negros, 187,000 latinos y 69,000 asiático-estadounidenses.
Este fue un cambio imprudente, y va en contra de la opinión pública. Una encuesta de AARP realizada en marzo reveló que el 75% de los adultos apoyaban eliminar el límite de edad que perjudica a los trabajadores mayores, y esta opinión era compartida por todo el espectro político. Entre los demócratas encuestados, el 77% apoyaban eliminar el límite; el 74% de los republicanos expresaron la misma opinión.
Es hora de que nuestros legisladores se pongan al día con el público y reconozcan que los límites de edad no tienen cabida en el mundo actual. Esta restricción del EITC debe eliminarse permanentemente para reflejar las realidades económicas del siglo XXI.
Para los adultos mayores, estas realidades incluyen una variedad de desafíos relacionados con la seguridad de la jubilación. La edad plena de jubilación del Seguro Social está aumentando hacia los 67 años. La disminución de las pensiones ofrecidas por empleadores, junto con el aumento de los planes de contribuciones definidas, como los planes 401(k), ha reducido el acceso de las personas a ingresos garantizados y ha puesto a más adultos mayores a merced de mercados financieros volátiles. Al mismo tiempo, todos hemos visto cómo la inflación puede amenazar el nivel de vida de las personas, en particular las que viven con ingresos limitados.
Para muchas personas, la respuesta es permanecer en el trabajo y seguir ganando dinero. Sabemos, por ejemplo, que la mitad de la generación de baby boomers ahora espera trabajar después de los 70 años, y que 8 de cada 10 en ese gran grupo de población citan las finanzas y la falta de ahorros para la jubilación como una razón clave.
Los empleadores enfrentan sus propias realidades. Una es que los adultos mayores se han convertido en el grupo de trabajadores de más rápido crecimiento. Los empleadores de todo tipo se benefician cuando pueden llenar sus vacantes con personas que aportan experiencia y madurez social al lugar de trabajo.
Por todas estas razones, la eliminación de las barreras relacionadas con el trabajo debe ser una prioridad principal. Esta es una estrategia importante para ayudar a los trabajadores, los empleadores y las comunidades, al tiempo que promueve el crecimiento económico sostenible a nivel local, estatal y nacional. También es lo correcto: los adultos mayores que deciden seguir trabajando no deben ser penalizados solo por su edad.
Francamente, es difícil creer que en el año 2023 este límite de edad permanece en nuestro código tributario. Debe eliminarse de una vez por todas. Hacerlo solo será más importante a medida que nuestra población trabajadora continúe envejeciendo. Esperamos que los legisladores escuchen el mensaje.
Nancy LeaMond es la directora de Activismo y Compromiso de AARP, considerada ampliamente como una de las organizaciones de defensa de derechos más poderosas. Encargada de liderar los asuntos gubernamentales y las campañas legislativas, LeaMond tiene la responsabilidad de impulsar la misión social de la organización en nombre de las personas mayores de 50 años y de sus familias. También es directora de educación pública, voluntariado, alcance multicultural y participación, y dirige iniciativas importantes de AARP que incluyen apoyar a los cuidadores familiares a través de la defensa de derechos, la educación y los programas innovadores, y de expandir la presencia local de AARP en las comunidades de todo el país.